FÁBULA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Jean de La Fontaine

Todo el verano cantó

la Cigarra, pobre artista,

y estaba muy desprovista

cuando el invierno llegó.

Sin la más leve porción

de mosca ni de lombriz,

a llamar fue la infeliz

a la Hormiga a su mansión.

—Ruego a usted —dijo a la Hormiga—,

me preste un poco de grano

hasta que llegue el verano,

cara vecina y amiga.

Antes de agosto, sin duda,

pagaré, a fe de animal,

interés y capital.

¡Venga, señora, en mi ayuda!

La Hormiga, dura y mezquina

(es su defecto mayor):

—¿Qué hizo usted este verano?

—dijo a la triste vecina.

—¿Qué hice, señora? Cantar.

—respondió la interpelada.

—¿Cantó entonces la afligida?

Pues bien, ahora, ¡a bailar!

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